Universitat Politècnica de Catalunya. Departament de Projectes Arquitectònics
The meeting of architecture as a human action that constructs the landscape of the earth with geography, governed by natural laws, was conceived by Le Corbusier as a composition in which he confronted the visual attributes of both in order to enhance the plastic value inherent to their opposition. This was managed by architectural instruments based on the perception of that link.The site, the tangible reality transformed to make way for architecture, revealed him the memory of a perceptual synthesis of the senses, involved in the experience of space; a stimulus to his imagination that triggered the architectural action. He posed his principies on the relationship between the architectural space he arranged and its surroundings, which he considered a part of what was structured with the architectural siting. The boundaries between these fields at different scales -the inside, to the measure of man and the outside, to the measure of the landscape, both set to the rhythm of natural cycles- were subject to constant variations in his work based on requirements of that link in specific situations, until they were turned into mechanisms that modulate the values present in the immediate environment. With those mechanisms, he transformed the enveloping values into sensitive inner space attributes by means of architectural layout and, in its plastic realization, he unveiled the sensitive -even though invisible- presences of the site. We inquire about the relationships Le Corbusier built between the physical and sensitive -always-mutating- presence of the site , with two models conceived by him to manage the domestic space starting from some of his principies such as the fixation of the relative position of the house's core for collective life in relation to the ground floor. Also, the placement of the architectural intervention among what was visible towards its four horizons and those ruled by the boundaries mentioned above, which he set to link the spatial order that confined the built body's interior with its surroundings. By relating each model with its surroundings, these boundaries had a repercussion in their conception as instruments for establishing relationships with the environment: downward with the ground, upward with a cosmic level and to each side with the horizon -the very scene of human activities-. Two of Le Corbusier 's works in the city of Ahmedabad at the dawn of the 1950's -the residence for Manorama Sarabhai and the Mill Owner's Association Building- are good examples of the relationships he established between the particular conditions of the site and their own body of knowledge and tradition:the two principie systems with which he had arranged the domestic space in his previous work, locating men in a diverse way in relation to the world. In both projects he carne up with solutions in which the sensitive, visible and invisible, presences of the site became evident. He managed and modulated their perception with the instruments of the craft, patiently tuned in previous unbuilt projects.These two projects are part of immemorial tradition, of the discipline's legacy that played an active role in the work of the Swiss master by building the flow of his paradigmatic references. Naturally, this includes the instruments implemented, but also those incorporated as experience that, even without having operated in his body of work ,we dare to think they were dormant in his mind as a pre-felt architecture. Le Corbusier 's extensive production with which he promoted a great variety of issues related to the profession -and that could be described as wide- acquires to our interest an analog sense to that which he attributed to the works of the past: as exemplarv constructions of the practice of architecture ..., as masterpieces.
El encuentro entre la arquitectura como acción humana constructora de paisaje sobre la Tierra y la geografía regida por leyes naturales fue concebido por Le Corbusier como una composición en la que enfrentó los atributos visuales de ambas para intensificar el valor plástico de su oposición, lo que ajustó mediante instrumentos arquitectónicos en función de la percepción de ese vínculo. El sitio, realidad concreta a transformar para dar lugar a la arquitectura, revelaba a sus ojos la memoria de una síntesis perceptiva de los sentidos que intervienen en la experiencia espacial, un estímulo a su imaginación que desencadenaba la actuación arquitectónica. Planteó su criterio sobre la relación entre el espacio arquitectónico que ordenaba y lo que lo rodeaba, que consideraba parte de lo que estructuraba con el emplazamiento arquitectónico. Los límites entre esos ámbitos de diferente escala -el de adentro a la medida del hombre y el de afuera a la medida del paisaje, ambos ritmados por los ciclos de la naturaleza - fueron objeto de constantes variaciones en su obra en función de solicitaciones que ese vínculo requería en situaciones precisas, hasta concretarlos como instrumentos moduladores de los valores presentes en el medio circundante. Con estos transformó esos valores envolventes en atributos sensibles del espacio interior mediante la disposición arquitectónica y, en su realización plástica, reveló aquellas presencias sensibles -aunque no visibles- del lugar. Indagamos sobre las relaciones que construyó Le Corbusier entre la presencia física y sensible del sitio -siempre variable- con dos modelos que concibió para ordenar el espacio doméstico a partir de algunos de sus principios, como son los de la fijación de la posición relativa del núcleo de la vida colectiva de la casa en relación con el suelo terrestre, los de disposición de la intervención arquitectónica entre lo que era visible hacia sus cuatro horizontes o los que rigen los mencionados límites que planteó para vincular el orden espacial que confinaba en el interior del volumen construido con lo que había en torno a él. Estos límites, al relacionar cada modelo con sus contactos alrededor, repercutieron en su concepción como instrumentos de relación con el medio: hacia abajo con lo terrestre, hacia arriba con el ámbito cósmico y hacia cada lado con los horizontes -la escena propia de las actividades humanas-. Dos obras construidas por Le Corbusier en la ciudad india de Ahmedabad al despuntar la década del cincuenta del pasado siglo -la residencia para Manorama Sarabhai y la sede para la Asociación de los Hilanderos- son buenos ejemplos de las relaciones que estableció entre situaciones singulares y sus propias reservas: los dos sistemas de principios con los cuales había ordenado el espacio doméstico en su obra previa situando al hombre de diverso modo en relación con el mundo. En ambos proyectos dio lugar a soluciones en las que evidenció las presencias sensibles de los sitios, tanto visibles como no visibles, cuya percepción ordenó y moduló mediante instrumentos propios del oficio, pacientemente afinados en proyectos anteriores no edificados. Son dos proyectos inscritos en el tiempo inmemorial de la tradición, en el legado de la disciplina que cumplió un papel activo en la obra del maestro suizo al constituir el caudal de sus referentes paradigmáticos. Naturalmente que este incluye los instrumentos puestos en práctica, pero también aquellos incorporados como experiencia que, aun sin haber operado en su obra, nos atrevemos a pensar que se encontraban en estado latente en su imaginación, como arquitectura presentida. La extensa producción de Le Corbusier con la que promovió una gran variedad de problemas propios del oficio -y que cabe calificar como abarcadora- adquiere para nuestro trabajo un sentido análogo al que él atribuía a las obras del pasado: como construcciones ejemplares del ejercicio del oficio, como maestras .
Le Corbusier, 1887-1965
72 - Architecture
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