Universitat de Barcelona. Facultat de Filosofia
Los niños y adolescentes que experimentan sus características sexuales primarias y/o secundarias y el sexo asignado al nacer como incompatibles con su identidad de género pueden sentir una intensa angustia. Existe además gran relación entre el sistema coercitivo (social y cultural) de género y los malestares sentidos por aquellas personas que no se pliegan al género binario esperado en nuestro contexto social. Según la encuesta realizada por el National Transgender Discrimination Survey en el año 2011 en los EE.UU., el 78 % de las personas “no convencionales” en cuanto a su género sufre acoso escolar; de ellos un 35 % sufrió agresiones físicas y un 12 % violencia sexual. Nos centramos en la infancia y la adolescencia, periodo en el cual la autonomía de la persona se está forjando y requiere de un acompañamiento no invasor ni precipitado. Nuestra intención es contribuir a la despatologización y desmedicalización del colectivo trans y entenderlo como una expresión de género que difiere de las normas culturales prescritas para personas de un sexo en particular. Ni las identidades trans, ni las diversas expresiones de género no normativas, constituyen por sí solas un trastorno mental, forman parte de la diversidad humana. Desde esta perspectiva la experiencia trans forma parte de un conjunto de construcciones y elecciones de carácter personalísimo, de trayectorias heterogéneas, fluidas y cambiantes que deberían ser aceptadas socialmente y legitimadas por la ley. La identidad de género se forja en una interacción entre lo biológico, el desarrollo, la socialización y la cultura. Si existe un problema de salud mental, con frecuencia proviene del estigma, del rechazo y de experiencias negativas, o es fruto también de las diferentes categorizaciones médicas sobre la transexualidad. Las clasificaciones psiquiátricas han variado en las últimas décadas: transexualidad, trastorno de identidad de género, disforia de género e incongruencia de género. Estas variaciones en las últimas clasificaciones médicas, influidas por las presiones de colectivos y asociaciones LGTBI, como ya ocurriera hace décadas con la homosexualidad, han tenido como objetivo intentar evitar el estigma y la psiquiatrización sin lograrlo. Ciertamente, la ansiedad, el estrés, las depresiones, el suicidio, son más frecuentes en este colectivo. Y es que el proceso de aceptación de la identidad sexual en el colectivo trans es un camino personal conflictivo al que se le suma una importante presión social, estigmatización, discriminación y, en muchas ocasiones, una clara violencia, que pueden dar lugar a conflictos y síntomas que hay que contener y tratar. En la comprensión de la infancia y adolescencia trans es ineludible hallar un compromiso entre el imperativo terapéutico y la obligación ética de contribuir a la aceptación social de la diversidad de género. Criticamos tanto los intervencionismos exagerados como las exclusiones fruto de rigideces o intolerancias ideológicas y culturales. Se impulsa, de esta forma, la transición desde un modelo médico a otro fundamentado en los derechos del niño, en el que los profesionales de la salud asumimos un rol de acompañamiento y ayuda, pero dejamos de tener la facultad de determinar las formas de entender y vivir las identidades y expresiones de género, las orientaciones y prácticas sexuales y las transformaciones corporales que, en su caso, se puedan llevar a cabo. Desarrollamos los criterios éticos involucrados en la asistencia a la infancia y adolescencia trans y que son: el interés superior de la persona menor, la protección frente a la vulnerabilidad, el acompañamiento y la escucha activa, el respeto a la diversidad, el reconocimiento, la prudencia y la responsabilidad.
Children and adolescents who experience their primary and/or secondary sexual characteristics and the sex assigned at birth as incompatible with their gender identity may feel intense distress. There is also a significant relationship between the coercive system (social and cultural) of gender and the discomforts felt by those people who do not fold to the expected gender in our social context. According to the survey carried out by the National Transgender Discrimination Survey in 2011 in the US, 78% of “unconventional” people in terms of gender suffer bullying; 35% of them suffered physical assaults and 12% sexual violence. We focus on childhood and adolescence, a period in which the autonomy of the person is being forged and requires a non-invasive or hasty accompaniment. Our intention is to contribute to the depathologization and demedicalization of the trans collective and understand it as a gender expression that differs from the cultural norms prescribed for people of a particular sex. Neither trans identities, nor the diverse non-normative expressions of gender, are in themselves a mental disorder, they are part of human diversity. From this perspective, the trans experience is part of a set of constructions and choices of a very personal nature, of heterogeneous, fluid and changing trajectories that should be socially accepted and legitimized by law. Gender identity is forged in an interaction between biology, development, socialization and culture. If there is a mental health problem, it often stems from stigma, rejection, and negative experiences, or even different medical categorizations of transsexuality. Psychiatric classifications have changed in recent decades: transsexuality, gender identity disorder, gender dysphoria, and gender incongruence. These variations in the latest medical classifications, influenced by the pressures of LGTBI groups and associations, just as happened with homosexuality decades ago, have tried to avoid stigma and psychiatrization without succeeding. Certainly, anxiety, stress, depression, suicide, are more frequent in this group. The process of acceptance of sexual identity in the trans community is a conflictive personal path to which the addition of significant social pressure, stigmatization, discrimination and, on many occasions, clear violence, can lead to conflicts and symptoms to be managed and dealt with. In the understanding of trans childhood and adolescence, it is unavoidable to find a compromise between the therapeutic imperative and the ethical obligation to contribute to the social acceptance of gender diversity. We criticize both exaggerated interventionism and exclusions resulting from rigidities or ideological and cultural intolerances. Therefore, we propose a transition from a medical model to another one based on the rights of the child, in which health professionals assume a role of accompaniment and help, but we no longer have the power to determine ways of understanding and to live the gender identities and expressions, the sexual orientations and practices and the corporal transformations that, where appropriate, could be carried out. We develop the ethical criteria involved in assisting trans children and adolescents, which are: the best interests of the minor, protection against vulnerability, accompaniment and active listening, respect for diversity, recognition, prudence and responsibility.
Infància; Infancia; Childhood; Adolescència; Adolescencia; Adolescence; Identitat sexual; Identidad sexual; Gender identity; Transgèneres; Transgéneros; Transgender people; Bioètica; Bioética; Bioethics
17 - Ethics. Practical philosophy
Ciències Humanes i Socials
Programa de Doctorat: Filosofia Contemporània i Estudis Clàssics
Facultat de Filosofia [127]