Universitat de Barcelona. Departament de Pintura
El animal ha estado presente en el laboratorio a partir del siglo xx. Ya sea en la investigación científica, en el debate político o en la exploración artística, el animal ha carecido de refugio, es la víctima propiciatoria de todos los sacrificios contemporáneos.<br/><br/>Sin la función exploratoria que las vanguardias adjudicaron al arte poco o nada habría que documentar de tales operaciones. La figuración plástica, por otro lado, ha afianzado su proximidad en los diseños derivados del industrialismo tardío. El pop como escuela última del siglo pasado ha visto explotar las hibridaciones entre imagen pictórica y mediática. El siglo xx fue el siglo del triunfo de la imagen visual. La profusión de imágenes ha saturado la visión y sustituido al mundo por su representación.<br/><br/>La gráfica en el arte de finales de siglo cobraría una inusitada preponderancia por sobre las expresiones pictóricas. El arte conceptual y los minimalismos ejercieron una fuerte influencia sobre los estilos emergentes atrajeron una mayor atención hacia aspectos estructurales y sistemáticos de la práctica del arte. Hacia principios del siglo XXI el estatuto contemporáneo del dibujo es de primera relevancia respecto a otros recursos.<br/><br/>Poco queda ya de las identidades clásicas, nada, a decir verdad, de los géneros pictóricos donde las presencias animales hallaban clara pertinencia. El código genético es el trazo definitorio de las identidades en el siglo XXI. Ni la naturaleza muerta, ni el paisaje, ni el retrato con animales subsisten más que como formas paródicas. Los individuos del finales del siglo perdían toda relación de permanencia y trascendencia. En ese proceso fueron desfigurándose y desmaterializándose como la misma sustancia de la obra artística. Devenido discurso el arte tendría que volverse por un lado autorreferencial y por el otro una aplicación comunicativa.<br/><br/>No hallamos más a la naturaleza en nuestro entorno. El arte del siglo XX fue urbano, artificial, abstracto, sintético, teórico y, finalmente, sarcástico. La imagen de la naturaleza pasó a ser un tópico romántico trascendido y obsoleto; un lamento nostálgico. La sobre explotación de los recursos naturales aunada a la depauperación de las regiones rurales del planeta, particularmente en regiones extensas del tercer mundo, ha generado una actitud catastrofista hacia el programa desarrollista de occidente y se plantean más dudas que certezas frente al destino de múltiples especies animales y vegetales. El imaginario tradicionalmente prolífico y virtuoso de la naturaleza como abundancia inabarcable y como fuente de secretos y maravillas se ha trocado en una visión apocalíptica de fin de la vida.<br/><br/>La creciente preocupación en torno a la degradación acelerada de la naturaleza ha conducido a una conciencia política y civil de la ecología como postura ética y cultural de vanguardia. En correspondencia con el ecologismo desde el arte se ha hecho presente una actitud de reinterpretación de lo natural, ya no por medio de la imitación figurativa, sino como correlato cultural elíptico.<br/><br/><br/>Por ello, la presencia de los animales en el arte de las últimas décadas del siglo XX plantea paradojas interesantes. No son el tema central de tal práctica, a decir verdad ningún tema lo fue; son agentes de extrañeza y de descentramiento. Son un sujeto aparentemente banal, periclitado en la historia, pero abandonado al margen de mitologías y utopías ancestrales. Los grandes imaginarios zoológicos de claras connotaciones al culto han perdido pertinencia en un mundo tecnificado y mediatizado. Por otro lado ese espacio salvaje del mundo animal, como instinto y naturaleza pura, ha sido neutralizado por la práctica psicoanalítica. Es propio de la civilización actual no hallar otros referentes que los antropocéntricos. El estatuto animal ha sido degradado a la domesticación e incorporado a la cadena productiva. Lo animal es excesivo y excedente: un suplemento irracional sin lógica en el diseño de la civilización futura.<br/><br/>La calidad espiritual del arte contemporáneo es débil, porque la sociedad que lo produce tiene un alma confundida. Las formas animales, tradicionalmente arquetipos de valor y conocimiento, nos son tanto más extrañas cuanto más manipulables y desintegradas nos parecen. Buscar un lugar para su manifestación en el arte necesariamente demanda una reconsideración de los procesos culturales de interpretación del mundo como un espacio donde aún tenga cabida la dimensión espiritual.
<I>"Goldfish's Memory: Animals' Display and Representation in the Late 20th Century Western Drawings. (1970 - 2000)"<br/><br/>The traditionally prolific and virtuous imaginary of nature, as an endless abundance and source of all secrets and wonders, has changed into an apocalyptic vision of the end of life, as we know it.<br/><br/>The increasing concern about the fast degradation of nature has led to a civil and political conscience around ecology, as an avant-garde ethical and cultural posture. From the point of view of the ecology, seen through the lens of the Arts, there has been an attitude towards the re-interpretation of the natural, not by means of the figurative imitation, but as a cultural elliptic co-narrative. <br/><br/>This is the reason why, the presence of animals in the art production of the last decades of the 20th Century poses some interesting paradoxes. Animals are not the central theme of this practice; actually, they never were: they are agents of estrangement and decentralization. They are an apparently banal subject, glorified in history, but put aside along with mythologies and ancestral utopias. The great imaginary from zoology, clearly bonded to cult and ceremonial practices, has lost its pertinence in a technophile and media-influenced world. On the other hand, the "savage" space of the animal realm, as pure and natural instinct, has been neutralized by a psychoanalytic practice. It is proper to the current civilization to find no other references that those anthropocentric. The animal statutory has been subdued to domestication and incorporated to the dynamics of the production line. The animal is excessive and a left over: it is an irrational supplement without logic in the design of the future civilization. <br/><br/>The spiritual sphere of contemporary art is weak because the society that produces it bears a confused soul. Animals' form, traditionally depicted as a knowledge and value archetype, appears to us the stranger the more controllable and disintegrated they seem. To look for an appropriate space for their artistic manifestation obliges a reconsideration of all the cultural processes we use to interpret the world as a place where a spiritual dimension is still possible.<br/></i>
1970-2000; Dibuix; Dibujo; Drawing; Animals en l'art; Animales en el arte; Animals in art; Art contemporani; Arte contemporáneo; Contemporary art; Avantguarda (Estètica); Vanguardismo (Estética); Avant-garde (Aesthetics); Art conceptual; Arte conceptual; Conceptual art; Minimal art; Arte minimal; Natura en l'art; Naturaleza en el arte; Nature in art
75 - Pintura
Ciències Humanes i Socials
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