Universitat Autònoma de Barcelona. Departament de Medicina
La enorme variabilidad que existe en Dermatología respecto al manejo de algunas enfermedades crónicas de la piel es una clara demostración de la incertidumbre que existe para seleccionar la mejor terapia. Es así como la Dermatología Basada en la Evidencia (DBE) representa la mejor manera de integrar y articular la investigación clínica con la práctica clínica dermatológica. Entre las enfermedades dermatológicas que más afectan a la imagen y la calidad de vida de cada uno se incluyen las relacionadas con zonas visibles de la piel (la cara) como el acné vulgar y el fotodaño, y aquellas que pueden afectar a prácticamente toda la superficie cutánea y que, además, van acompañadas de síntomas como el prurito o el ardor, como es el caso de la psoriasis. Para el tratamiento del daño actínico, existe limitada evidencia científica a favor del uso preferencial de alguna de las terapias. Por otra parte, las formas moderadas a severas de la psoriasis pediátrica suelen ser más difíciles de manejar, debido a las limitaciones en la aprobación de terapias sistémicas en niños y a la incertidumbre reinante acerca del uso de la terapia biológica. Teniendo en cuenta que los dos diseños epidemiológicos que permitirían determinar, por una parte, el efecto real de la TFD en el fotodaño y, por otra, la eficacia y seguridad de los anti TNF en la psoriasis pediátrica corresponderían a un ensayo clínico controlado con asignación aleatoria (ECA) y a una revisión sistemática (RS), respectivamente, es relevante plantear y desarrollar estudios de este tipo en estos temas específicamente. Con respecto a la terapia del acné vulgar (AV), su selección está determinada por la edad y las preferencias del paciente, así como por su severidad. Existen algunas terapias para cuyo uso en el AV hay evidencia científica a favor (ej.: la isotretinoina por vía oral). No obstante, la mayoría de tratamientos de acné han sido incluidos en guías de práctica clínica alrededor del mundo, sin que se haya realizado una evaluación crítica de las mismas hasta la fecha.
In Dermatology, the huge existing variability in the management of some chronic skin diseases is a clear proof of the uncertainty over the selection of the best therapy. Thus, Evidence-Based Dermatology (DBE) is the best way to integrate and coordinate clinical research with clinical dermatological practice. Among the skin diseases that affect both self-image and quality of life are those damaging visible areas of the skin (face), such as acne vulgaris and photodamage, and those that can virtually affect the entire skin surface and that are associated with symptoms (e.g. itching or burning), such as psoriasis. For the treatment of facial actinic damage there is limited evidence that supports the preferred usage of one of the available therapies. Moreover, moderate to severe forms of pediatric psoriasis are often more difficult to handle due to limitations in the approval of systemic therapies in children, and the uncertainty about biological therapies. Considering that the two epidemiological designs that would allow to determine the real effect of PDT in photodamage and to evaluate the efficacy and safety of anti-TNF in pediatric psoriasis are systematic reviews and randomized clinical trials (RCTs), respectively, the development of such studies in these specific points is of great importance. Selecting the treatment of acne vulgaris (AV) depends on the patient’s age and preferences, as well as on the severity of the disorder. There is scientific evidence that supports certain therapies for AV (e.g. oral isotretinoin). However, most acne treatments have been included in clinical practice guidelines (CPGs) worldwide, but no critical appraisal of said guidelines had ever been published until now.
Dermatologia; Dermatología; Dermatology; Evidències; Evidencias; Evidences; Assaigs-clinics; Ensayos-clinicos; Clinical-trials
574 - General ecology and biodiversity
Ciències de la Salut
Departament de Medicina [962]