Universitat de Barcelona. Departament de Prehistòria, Història Antiga i Arqueologia
La presente tesis doctoral se ocupa de un aspecto concreto del poblamiento visigodo de la Península Ibérica, aunque el titulo no responda con exactitud al ámbito geográfico. A lo largo de todo el texto se insiste sobre la idea de que la ocupación visigoda no supuso un cambio estructural y demográfico de la sociedad hispanoromana, y que tan sólo fue una superposición administrativa. Esto queda demostrado en el terreno de lo artístico. El influjo del pueblo visigodo desde el punto de vista del arte monumental es imperceptible. Tan sólo, durante dos o tres generaciones, lo será en las artes menores del metal que nosotros hemos estudiado en este trabajo. Toda la génesis de las artes menores visigodas reside en un proceso de aculturación respecto a lo hispanorromano y lo mediterráneo oriental, mundo en el que el puro "germanismo" no tiene cabida. Las necrópolis visigodas "clásicas" o de "tradición germánica" conservan muy pocos contingentes de su carácter primigenio. Estas necrópolis, tal como las conocemos, tan sólo nos indican la presencia del pueblo visigodo.<br/><br/>Al analizar la primera época del establecimiento visigodo en la romanizada Hispania, se ve cómo este pueblo es portador de todo tipo de elementos no pertenecientes a su propia cultura. Estos hechos arqueológicos, unidos al conocimiento que se tiene de comunidades griegas, siríacas, etc., muestran que el grupo humano del siglo VI no era impermeable al comercio y a las modas e incluso a los contactos personales habidos con comerciantes y viajeros. El pueblo visigodo se nos aparece como una comunidad abierta a la adquisición de nuevas formas, a la transformación y al movimiento. Movimiento entendido como capacidad de desplazamiento, pues hemos visto que materiales que en un principio eran exclusivos de las comunidades rurales de la Meseta se extienden por toda la Península, aunque no en abundancia.<br/><br/>A lo largo de todo el texto, hemos insistido en que se debe -en lo que a artes del metal se refiere- disminuir la importancia del germanismo y aumentar el papel del romanismo y del bizantinismo. De hecho los centros de producción más importantes se localizan siempre en aquellas zonas donde la romanización había sido más intensa. Para los objetos de uso personal estrictamente visigodos no creemos que existieran muchos y determinados talleres de producción bien establecidos, aunque no desechamos la idea de que pudiera existir un gran centro artesanal entre los valles de los ríos Duero y Tajo. Este centro debió tener una notable producción a nivel industrial, pues la demanda de piezas debió ser en su momento muy grande. También cabe suponer que para esta época la circulación de artesanos ambulantes -chamarileros y fundidores- acampanados de ayudantes y aprendices debió ser algo habitual. Este hecho es bastante comprensible si tenemos en cuenta el carácter rural de los núcleos de población, sin que ello nos obligue a hablar de comunidades pobres, pero sí de gentes con una economía basada en la agricultura y la ganadería, que nada tenían que ver con los personajes del "Aula Regia" o con el aparato gubernativo.<br/><br/>Nuestra propuesta de una cronología relativa, tal como hemos avanzado en los apartados, queda abierta a todo tipo de sugerencias y particularmente a la incorporación de los avances que se vayan haciendo en este campo. Creemos que el método manual utilizado es correcto y fiable, mientras no se haga por medios informáticos. Cuando supusimos que los broches de cinturón tipos A y B, junto con las fíbulas de arco y placas de técnica trilaminar, eran los primeros elementos de nuestra seriación, en algún momento tuvimos el temor de que no fuera así. Al revisar la necrópolis de Duratón y ver de nuevo la moneda de Anastasio I de la sepultura n. 526, tuvimos la confirmación definitiva de que un cierto número de mujeres de la alta nobleza había llegado a la Península a finales del siglo V con sus atuendos y acompañando a la alta aristocracia militar. La secuencia del resto de los broches de cinturón y las fíbulas es un fenómeno normal, con sus imitaciones, similitudes, reutilizaciones y herencias, transmitidas de generación en generación. Muchas de estas aportaciones las publicamos después de leída nuestra tesis y antes de que se publicase en microficha. Por ello remitimos a: <i>Bronces romanos, visigodos y medievales en el M.A.N</i> ("Boletín del Museo Arqueológico Nacional", nº IV, 1986 (1987), p. 55-82, 17 fig.); <i>Reflexiones sobre arqueología funeraria, artesanos y producción artística en época visigoda</i>, ("Seminario Internazionale di Studi sulla Spagna tardorromana, visigota e mozarabica" Rávena, 1987, p.343-373. 17 fig.); <i>Problèmes de chronologie et de typologie a propos du mobilier funéraire hispano-wisigothique</i> ("Actes du IXe Journées Internationales d'Archéologie Mérovingienne: Gaule mérovingienne et monde méditerranéen", Montpelleir-Lattes , 1988, p. 101-107, 7 fig.); P. de Palol <i>et al.</i> <i>Los godos en el occidente europeo. Ostrogodos y visigodos en los siglos V-VIII</I> (Madrid, 1988, 317 p.)<br/><br/>El siglo VI se nos presentó en un principio como un período complejo que plantea un sin fin de dudas al analizarlo y con una problemática diferente a la época posterior a la unificación. Sin embargo, a medida que hemos ido profundizando en él, en sus necrópolis y en su toréutica, todo ha quedado simplificado. La llegada del pueblo visigodo, su desarrollo y su final, quedan reflejados en dos niveles o fases (reservando el I para una casi desconocida "fase arcaica"). El nivel II está fechado entre los años 480/490 hasta ca. 525, sin que podamos afirmarlo con seguridad. En él se desarrolla y aparece prácticamente toda la gama de adornos personales que seguirán siendo utilizados en su mayoría durante el nivel III. Este último, iniciado ca. 525, perdurará hasta los años 560/580, momento en que la unificación parece ser bastante global.<br/><br/>Esta unificación, al menos supuesta, trajo consigo lo que podríamos denominar un "panhispanismo". El comercio llegó a su más amplia expresión, desde lo personal y humano, hasta los utillajes más diversos, sin limitarnos al campo de los bronces de adorno personal. Pensamos, pues, que más que de germanismo debemos hablar de orientalismo mediterráneo, incluso para el siglo VI. El siglo VII es evidente que es primordialmente hispanorromano, aunque con unos aspectos muy fuertes de tipo mediterráneo y bizantino. Muestra de ello son las piezas típicamente bizantinas y la larga serie de broches liriformes producidos por talleres hispánicos que surgen a finales del siglo VI y que perdurarán hasta las primeras décadas del siglo VIII (Algunas aportaciones sobre este tema las realizamos en: <i>Los hallazgos de época hispano-visigoda en la región del Estrecho de Gibraltar</i>, en "Actas del Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar", vol. I, Madrid, 1988, p. 1123-1142, 7 fig.).<br/><br/>Probablemente el siglo VII refleja de manera coherente lo que se había gestado y desarrollado durante el siglo VI, principalmente en su fase final, a pesar de haber tenida que sufrir la epidemia de peste bubónica que asoló las tierras costeras del Mediterráneo desde el año 570 al 588. Pero el pueblo visigodo e hispano-visigodo se recuperó de sus pérdidas e inició una nueva etapa de su historia, a lo largo del siglo VII, como potencia autónoma con un sentimiento unitario de hispanorromanos y visigodos, que hasta entonces no se había conocido.<br/><br/>Todo el texto que sigue pretende ser una demostración de los diferentes contingentes poblacionales del mundo visigodo y un análisis pormenorizado para obtener un cuadro tipo-cronológico relativo. Queda todavía un campo abierto, extensísimo, que constituye el estudio detallado de cada necrópolis con sus sepulturas y sus atuendos personales. Pero cada yacimiento merecería una tesis por sí solo. El inventario de cada yacimiento y hallazgo pretende mostrar el material con que hemos trabajado (y existente hasta al menos en 1986) y que nos ha permitido un estudio global de todas sus necrópolis. Además hemos intentado fechar, en la medida de lo posible, los yacimientos y los objetos descontextualizados.<br/><br/>Queda en manos del lector este estudio, a veces de ingrata lectura, que pretende avanzar en el estudio del poblamiento visigodo peninsular. Por último quisiéramos agradecer a aquellas personas que nos prestaron su ayuda y confianza y aquellas que han hecho posible su publicación.
Necròpolis; Península Ibèrica; Visigots; Segles V-VIII d.C.; Història antiga d'Espanya
90 - Archaeology. Prehistory
Ciències Humanes i Socials
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